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Ubicación y origen Esta cultura existió entre el siglo VIII y XV d.C, y fue contemporánea a la cultura atacameña. Los diaguitas que se encontraban en nuestro país, posiblemente emparentada con los diaguitas argentinos, habría cruzado la cordillera para asentarse en los valles fértiles del Norte Chico entre los ríos Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí y Choapa, entre los siglos V y VI. Al asentarse en esta área habría reemplazado a la antigua cultura El Molle. Al llegar los Incas a nuestro país en 1470, se encontraron con esta cultura, la que estaba bastante desarrollada en sus utensilios y costumbres, produciéndose así fusión entre estas dos. Su población, en el año 1536, se calculó como en unos 25.000 habitantes. Al llegar los españoles los diaguitas lucharon por sus tierras de una forma intensa desde sus pucarás, que eran fortalezas en la altura de los cerros, lo que hizo que se los clasificara como gente belicosa (guerrero), por su forma de pelear. Sin embargo fueron derrotados y al ocurrir eso se los obliga al mestizaje, es decir, violaron a sus mujeres y obligaron a sus hombre a largas jornadas de trabajo. Modo de vida político y social Los diaguitas del norte chico no vivieron agrupados en grandes pueblos, sino que su modo de ocupar el territorio se caracterizó por agrupamientos en pequeñas aldeas, cuyas habitaciones estaban hechas de barro, paja, cañas y madera proporcionadas por la vegetación del área . Los diaguitas cosechaban maíz, quínoa, papas, calabaza, porotos y zapallos, además de algodón, el que les servía para hacer sus vestimentas y otros tipos de textiles. Junto al consumo de productos agrícolas complementaban su dieta alimenticia con productos derivados de sus actividades de pastoreo, es decir, con el manejo de rebaños de auquénidos(rumiantes como el camello de pelaje largo y de cuello erecto) cuya carne, lana, tendones y huesos eran aprovechados con diversas finalidades. Practicaban también la ganadería trashumante, lo que significa que en verano los animales eran llevados a pastar a la cordillera y en invierno a la costa. Además al igual que los pueblos que habitaban más al norte el uso de balsas de cuero de lobo les permitió desarrollar actividades de pesca en alta mar. La organización política en las aldeas diaguitas, carecía de un gobierno único permanente. El jefe que dirigía la aldea era el Cacique, el cual llegaba al poder por sucesión; ”suceden lo hijos a los padres y los hermanos, si no tienen hijos”, lo que implicaría la existencia de una verdadera casta gobernante. La autoridad del cacique era absoluta y este prefería la muerte a la perdida de su autoridad plena. La cultura diaguita practicaba la poligamia, la que parece haber sido una regla general, de manera que al morir el esposo el hermano heredaba sus mujeres. Es posible observar las huellas de ceremonias de iniciación varonil, a la que eran sometidos los jóvenes al llegar al período de la pubertad. La familia diaguita era poco numerosa, ya que estaba compuesta por cuatro o cinco personas. La cestería fue otra de las artes que desarrollaron los diaguitas con gran maestría, así como también la fabricación de textiles, algunos de los cuales, admirablemente decorados, pueden apreciarse en representaciones de algunas cerámicas. |
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